sábado, 31 de enero de 2015

Jim Morrison y The Doors

John Densmore, Robby Krieger, Jim Morrison y Ray Manzarek
(The Doors)

Los orígenes del mito de Jim Morrison se remontan hasta la contracultura de los primeros años sesenta, cuando el LSD y otras drogas fueron utilizadas con cierta inocencia, para abrir las puertas de la percepción.

Jim Morrison y Ray Manzarek se conocieron en la universidad. Compartían su afición por el blues y el cine y congeniaron tanto, que Ray se lo llevó a vivir a su apartamento. Convencido del lirismo de Morrison, Ray Manzarek lo ficha como cantante para su nueva banda, incluyendo a su compañero de meditación John Densmore como baterista, que a su vez trae a Robby Krieger para tocar la guitarra.

Jim Morrison

The Doors fue una banda heterogénea: Densmore provenía del jazz y Robby llevaba tan sólo unos mese tocando la guitarra eléctrica, con una formación en guitarra clásica de flamenco y sin utilizar la púa. Así nace The Doors: sin bajista, con unas influencias insólitas, cuatro tipos absolutamente diferentes conformando ese sonido tan característico de la banda, que a lo largo de su discografía puso de manifiesto que fueron mucho mejores músicos de lo que parecía en un principio.


En 1966 tocaron en el famoso Whisky a Go Go. Jim Morrison era muy tímido y por entonces cantaba de espaldas al público. El dueño del local lo expulsó tras interpretar The End, a causa de una estrofa conflictiva. Inmediatamente después del incidente graban su primer disco, The Doors (1967), en apenas un par de días. La banda conocía tan bien los temas, que algunas de las pistas se grabaron una sola vez.

Strange Days (1967) y Waiting for the Sun (1968) culminan en el primer desencuentro entre los miembros de la banda, al no incluir el poema musicado de Morrison, Celebration of the King Lizard, en un principio destinado a ocupar una cara entera de Waiting for the Sun.




Soft Parade (1969) supone un antes y un después: Morrison y Krieger componen sus temas por separado y Morrison acostumbra a presentarse borracho y colocado.

Ray Manzarek, que estuvo convencido de que el LSD era la clave para alcanzar la iluminación, termina alejándose de Jim Morrison, para refugiarse junto a sus compañeros, en la meditación. Morrison comienza a dudar de su futuro en la banda: se ha transformado en una bestia histriónica que nada tiene que ver con el chico tímido e introvertido de sus inicios. El público acude a sus conciertos a ver un escándalo más que a escuchar su música, y ya existen diferencias irreconcicliables entre él y el resto de los miembros de la banda.



Comienzan las detenciones de Morrison durante sus actuaciones, en las que mantiene una actitud de continua provocación. Consciente de la realidad, aunque finalmente convencido por Ray Manzarek, Jim Morrison decide darse una prórroga y continuar seis meses más con The Doors, entretanto intenta controlar su adicción a las drogas y el alcohol, enmendando su actitud. La banda actúa en recintos cada vez más grandes y el abuso del alcohol y las drogas de Morrison no cesa, abriendo un gran abismo entre él y el resto de miembros de la banda. Lejos de mejorar, Morrison parece cada vez peor.


Tras dos denuncias por exhibicionismo y lenguaje obsceno, Jim Morrison se entrega en 1969 al FBI, tras ser acusado de mostrar el pene durante un concierto. Una ola de conservadurismo e hipocresía se apodera de EEUU. La música de The Doors ya no se escucha, y Jimi Hendrix y Janis Joplin mueren a causa de sus excesos con las drogas. Entretanto la contracultura vive sus últimas días, Jim Morrison afirma que podría ser el siguiente de la lista.

Morrison Hotel (1970) supone el reencuentro de la banda con el blues. Tras grabar La Woman (1971) en poco más de una semana, Morrison se refugia en París, con la intención de recuperarse de sus problemas de salud. Allí visita a un médico, que le recomienda dejar el alcohol y los cigarrillos. Jim Morrison está gordo y escupe sangre.

Paseando por París como un completo desconocido, canta con algunos músicos callejeros que desconocen su identidad, rellenando sus cuadernos de poemas y canciones, tomando notas sin cesar. Morrison queda prendado de Père-Lachaise, sugiriendo que le gustaría reposar allí tras su muerte. Viviendo como un poeta desconocido en la ciudad de París, fallece finalmente tras esnifar una sobredosis de heroína muy pura, que su novia Pamela Courson consumía habitualmente.

Mucho se ha especulado sobre su muerte: si murió en la bañera o en un club cercano, y fue trasladado allí posteriormente... La única realidad es que su cuerpo no fue objeto de una adecuada autopsia, entre otras cosas porque fue presentado a las autoridades como un simple poeta y, al igual que ocurriera con otros artistas que murieron en circunstancias similares, las personas de su entorno pudieron ocultar algunos datos, en vista de que había sustancias ilegales de por medio. El diagnóstico final se decantó hacia el infarto. Falleció como un desconocido en un país donde había logrado pasar desapercibido, en unas fechas en las que, hasta los jueces, cogían vacaciones.


Jim Morrison fue enterrado en Père-Lachaise. Desde entonces, su tumba viene siendo un punto de encuentro para sus fans, aunque sus restos fueron finalmente retirados por su familia y descansan en un lugar desconocido, después de que la tumba hubiera sido profanada en diversas ocasiones.

The Doors musican varios poemas que Morrison grabó durante una sesión de estudio en el año 1970, bajo el título An American Prayer (1978). Se trata de un magnífico álbum homenaje a su compañero, cuyas letras son semi-autobiográficas y a veces proféticas, incluyendo desde críticas de la época hasta visiones de la vida después de la muerte.

Se cuenta que una sola palabra de Jim Morrison hubiera bastado para movilizar a millones de sus seguidores. Su padre, del que renegó quizá por ser militar y haber dirigido un contingente de portaaviones durante la guerra de Vietnam, afirmó, diez años después de su muerte: «Mi hijo poseía un genio único, que expresó sin censuras».


Puede que nuestros músicos de hoy en día no posean un aura tan seductora. Puede incluso que sean infinitamente más mediocres en sus creaciones y no aporten nada nuevo y original. Es posible que nunca experimenten el nacimiento, auge y muerte de un movimiento que cambiaría el mundo. Puede que todo esto sea cierto y mucho más, aunque al menos parecen integrar mejor sus vidas. Y eso ya es suficiente.

Atentamente:
Rafael Moriel