martes, 7 de junio de 2016

ROGER WATERS THE WALL

El sol de junio entra por mi ventana. La luz de sus rayos es inspiradora y me recuerda que mis padres continúan vivos, muy cerca de mí. Afortunadamente para algunos, nuestro tiempo discurre apaciblemente entre el día a día del presente actual. Ser consciente de ello me ha empujado a escribir este post; Roger Waters lo ha hecho posible.


Roger Waters

Tras visionar el vídeo concierto «ROGER WATERS THE WALL», debo reconocer que el talento y la puesta en escena de este magnífico artista me han sorprendido, una vez más. Increíblemente, Roger Waters mantiene su fuerza intacta, a pesar de los años. No sólo ha sobrevivido a los excesos de la fama y el rock and roll, manteniéndose en una excelente forma física, sino que ha envejecido de un modo envidiable. Es un gran artista y un buen ejemplo de inspiración, un pacifista consagrado y una feaciente prueba de que el rock no tiene por qué significar «muerte».

A lo largo de las más de dos horas del film, he visto a un hombre tras sus raíces, buscando la reconciliación y el amor de su padre. He sido testigo de cómo se rendía y lloraba; y también he visto el espectáculo, un implacable y majestuoso concierto cuyos temas son intercalados entre una historia paralela muy singular, de corte literario e intimista, en la que la soledad y la melancolía ya no encuentran excusa: un hombre anciando nos abre su corazón, embarcándose en un insólito viaje que tenía pendiente.



Se cuenta que «The Wall» es el mejor trabajo en solitario de Roger Waters, cuando todavía formaba parte de Pink Floyd.

Más de treinta y cinco años después de la publicación del álbum, Roger Waters está vivo, y coleando. ¿Roger Waters es Pink Floyd?... Reconozco que la duda y la contrariedad que sentía al comienzo del concierto se han ido desvaneciendo a medida que se sucedían las canciones: ya no me pregunto por qué no estaban el resto de miembros de Pink Floyd junto a Waters, tocando sus instrumentos; ya no es necesario hacerlo...

¡ABSOLUTAMENTE EMOCIONANTE!



Atentamente:
Rafael Moriel