viernes, 8 de julio de 2011

Jimi Hendrix
(Gitano Eléctrico Experimentado)

Presiento que todo aquel tiempo tocando la guitarra no fue sino una imitación,
un humilde tributo al sonido creado por Hendrix.

Jimi Hendrix

John Allen Hendrix nació en Seattle, el 27 de noviembre de 1942. Hijo de Al y Lucille Hendrix, no convivió realmente con su padre hasta 1945, cuando éste regresó de la II Guerra Mundial. Su madre Lucille, una mestiza Cherokee, tuvo bastantes dificultades al quedarse sola con el pequeño y tras el regreso de Al, la pareja se rompió en pocas semanas. Sus padres apenas habían llevado una vida en común y parecían dos desconocidos.

Hendrix fue rebautizado por su padre con el nombre de James Marshall Hendrix, que se lo llevó a vivir con él. El joven Jimi, atraído en su infancia por la armónica y por los pianos, incapaz de leer y estudiar música, aprendió a tocar la guitarra a fuerza de practicar.

Hendrix, aunque terminara admitiendo que ya no le importaba el «¿qué dirán?», pasó varios años de su vida preocupado porque lo mirasen como a un «Freak», por su aspecto y modo de comportarse.

Pete Townshed habla de Hendrix, de cuando actuaba como telonero de los Who; riendo, reconoce que él se limitaba a rasgar su guitarra. Eric Clapton admite haber visionado miles de veces el sacrificio de la guitarra de Hendrix con todo el público sumido en la bruma del ácido, una llamada de atención constante que caracterizó los principios de la «Jimi Hendrix Experience», clasificada bajo la etiqueta del Pop, aunque Jimi Hendrix jamás dejara de tocar Blues Rock con tintes psicodélicos, dentro del estilo que tan particularmente caracterizó.

Ciertamente, su voz no parecía apropiada. Jimi creía que tenía la peor voz del mundo, y jamás permitió que nadie le viera mientras cantaba en el estudio. Ponían varias pantallas de altavoces y Jimi cantaba tras ellas, asomando su cabeza de vez en cuando. Sin embargo, todavía hoy en día, tres décadas después, a cualquiera que escuche sus composiciones o visione las grabaciones en directo de Hendrix, le resulta difícil comprender la entrega incondicional de este genial guitarrista funambulista, que dejará por siempre boquiabiertos a músicos, críticos y profanos: tocar la guitarra con los dientes, por detrás de la cabeza y con los pies, quemar su guitarra, «tirarse» a los amplificadores.. «trucos» y demás en un hacer demandante, el despertar del anonimato y barrios destartalados, un sonido del alma que caracterizaría el genio del tímido Jimi Hendrix, cuyo trágico desenlace lo transformara en mito.

Bill Cox (bajista) solía despertarle cada mañana, con su puerta abierta, descubriéndolo tendido sobre la cama con la misma ropa de la noche anterior y la guitarra encima. Charles Washington, saxofonista y mayor del ejército, afirma que Hendrix siempre estaba en el séptimo cielo. Era muy difícil conocer qué pensaba exactamente acerca de las cosas; no entraba nunca en las charlas cotidianas entre los músicos y permanecía como en otro plano, observándolos mientras conversaban... algo que el mismo Clapton justifica bien entrados los noventa, que Hendrix era como un extraterrestre, o al menos albergaba otras cosas en su cabeza. Billy Cox y él solían tocar demasiado fuerte, y los echaban de los clubes militares. Jimi solía ingeniárselas para empeñar su guitarra justo antes de cada concierto, por lo que la banda se veía en la obligación de desempeñarla. A pesar de resultar polémico, Jimi Hendrix era extremadamente perfeccionista con la técnica, e invertía todo el tiempo necesario en lograr su expresión. A Jimi siempre se le pudo ver con claridad a través de su música, y sus letras. Afirmaba que todo su mundo era cuanto podía coger con la mano, siendo más libre durante sus actuaciones que conversando. Sin embargo, su búsqueda terminó sumiéndolo en el desencanto, afirmando que partiendo de un punto, había completado un círculo hasta comenzar precisamente en el mismo punto de partida.

El padre de Jimi, Al Hendrix, solía tocar el saxo con él. Improvisaban a todo volumen en su vivienda de un barrio destartalado. El ruido no era un problema para sus vecinos. Al sabía que Jimi llegaría lejos; a pesar de sus nervios e inseguridad, parecía incansable; tanto es así que en muy pocos años llegaría a ser considerado el mejor guitarrista del mundo, sin conocer siquiera la teoría del diapasón. Pero su tenacidad y talento aventajaban a cualquiera.

El joven Hendrix se alistó en el ejército, como paracaidista. En él vio un modo de sobrevivir, aunque finalmente lo dejó por la guitarra. Tocó con Ike & Tina Turner, King Curtis, Joey Dee y Little Richard. Así comenzó su época de histrión. Su primera novia fue Fayne Pridgun, una muchacha de color. Juntos frecuentaban los clubes de moda, en busca de una oportunidad. Jimi solía pedir una oportunidad para tocar, que solían negarle. Fayne le animaba a que los olvidara, pero él permanecía en silencio, y a la vuelta de un rato volvía a intentarlo. «No entiendo por qué no me dan una oportunidad», se lamentaba... hasta que lo hicieron. Pero no en los Estados Unidos, sino en Londres. Chas Chandler le buscó una banda, la «Experience», en la que Jimi sería la estrella. Con aquella banda, Jimi Hendrix convirtió la guitarra en instrumento solista, iniciando una revolución tan importante o más que la iniciada por los Beatles.

A Jimi Hendrix sólo le interesaba tocar. No leía sus contratos y firmaba con cualquiera que tuviese un bolígrafo. Eso le causó bastantes problemas a lo largo de su carrera. Los que le conocieron, dicen que Jimi era un constante subir y bajar. Tocaba 24 horas al día, intentando plasmar aquella «expresión», sospechando que tenía algo grande entre manos. El éxito se desató, de un golpe abrumador. Hendrix solía tocar «colocado», y taquicárdico; eso formaba parte de la «movida», al menos lo de las drogas, aunque estaba tan sobrado de técnica que a pesar de todo, sus dedos recorrían el mástil de la guitarra y eso ya era más que suficiente para la audiencia, que lo reconocía como a un gran guitarrista.

Solía dormirse con la guitarra entre las manos; aprovechaba los ecos del cuarto de baño para tocar sin amplificador; era capaz de repetir el rugido de una guitarra tras caer, con sus propias manos; asumía cualquier acople no deseado hasta adaptarlo y convertirlo en música. Jimi Hendrix consiguió transformar todo sonido que hasta entonces era considerado como inapropiado en técnica.

La primera banda oficial de Jimi Hendrix, la «Experience», fue una formación singular. Al bajo, Noel Redding, que se presentó a la «jam session» donde los músicos fueron seleccionados, con intenciones de tocar como guitarra en los Animals. A Jimi le «moló» su pelo, y por eso lo fichó, aunque le pidió que tocara el bajo. A la batería Mitch Mitchell, una auténtica farmacia ambulante. Podéis imaginaros, realmente cómo era la banda, creada a propósito para lucir los egos de Hendrix, obsesionado por ser reconocido.

Ciertamente, la «Experience» nació con los días contados. El grupo Nirvana es fiel reflejo de la misma historia, ya repetida; y es que, entre otras cosas, tres resulta un mal número. Más tarde, Noel dejó la banda y Hendrix recuperó a su compañero del ejército, Billy Cox. Tras su regreso de Gran Bretaña, convertido en una estrella, comienza a tocar con músicos diferentes, frecuentando las «Jam session». Forma la «Band of Gypsys», con Buddy Miles y Cox, con quienes parece más relajado, aunque ciertamente cansado y deprimido, en gran parte debido al consumo de drogas.

Jimi Hendrix había ido sumergiéndose en el circo que él mismo había creado. Pasó del LSD a la cocaína, lo cual aumentó su desazón e inseguridad, convirtiéndolo en un boceto de sí mismo. Las mujeres estaban por doquier. Solía llevar a cuestas un auténtico séquito allá donde viajaba; parecía incapaz de negar nada a nadie. Las salas de control del estudio estaban llenas de gente tirada por ahí, y al menos cuatro o cinco personas lo zarandeaban constantemente por toda la habitación. Todo el mundo le decía cosas, aconsejándole, pero él permanecía encerrado en sí mismo y tan sólo les contestaba: «Dejadme en paz...». Eric Clapton afirma que existía un aspecto blando en la personalidad de Jimi: «resultaba fácil engañarle y aprovecharse de él». Mitch Mittchell afirma, sin embargo, que Jimi Hendrix sabía dónde se metía, que no era un tipo ingenuo.

A partir de 1969, su aspecto triste se torna crónico. La vorágine de una existencia llena de altibajos en su forma de vida, la impotencia de su descontrol, la vertiginosa rapidez con la que se desarrollaron los acontecimientos y el circo levantado a su alrededor, la droga y una incapacidad para frenar y tomarse tiempo para las cosas... hicieron de Jimi Hendrix una historia rápida, e inestable. Jimi comienza a cambiar hacia el año 69. Parece recuperar, en cierto modo, su timidez, y se le puede ver como ausente, mostrándose notablemente serio durante sus actuaciones. Encorvado, el espectáculo circense toca a su fin. Puede ser que estuviera atravesando una depresión, pero sólo con tocar su guitarra garantizaba el éxito sobre el escenario; a nadie le preocupó otra cosa entonces.

El día 18-9-1970, Jimi Hendrix muere a causa de una sobredosis de barbitúricos, ahogado en su propio vómito. No existen pruebas suficientes para afirmar que se tratara de un suicidio, y jamás en su vida había sido adicto a la heroína. Los que le conocieron, afirman que estaba a punto de pasar a una nueva fase. Había dejado sus payasadas en el circo del rock, e incluso había evolucionado en su estilo y modo de cantar, aunque la vertiginosa marcha de su «tren», evitó que pudiéramos disfrutar del renovado Hendrix. En cualquier caso, su «experiencia» nunca te dejará impasible: eléctrica.

Hubiese sido magnífico disfrutar de Hendrix sin estar «colocado». Es posible que nuestros músicos de hoy resulten infinitamente más mediocres, aunque al menos parecen integrar mejor sus vidas. Y eso ya es suficiente.

Jimi Hendrix
(Gitano Eléctrico Experimentado)

Atentamente:
Rafael Moriel

martes, 5 de julio de 2011

Emilio Duró
(Coeficiente de Optimismo)

El inquieto Emilio Duró, que a primera vista parece un charlatán de feria, defiende multitud de argumentos científicos, en un intento de dar un impulso optimista a nuestra existencia.

Ciertamente, el 90% de la charla resulta convincente y práctica, haciendo de nuestras vidas algo más acorde a nuestra presencia y significado en el mundo que vivimos.
Juzgad vosotros mismos...




Atentamente:
Rafael Moriel